23 de noviembre de 2011

¿Qué es un estado de shock?

El shock se manifiesta como un conjunto de alteraciones que el organismo presenta en respuesta ante situaciones de origen traumático, principalmente aquellas que producen gran dolor o hemorragias. Las quemaduras, fracturas y estados de asfixia también suelen causar este estado.


Básicamente, el shock consiste en un trastorno de la circulación de la sangre. Al producirse cualquiera de las lesiones mencionadas, el organismo responde mediante la contracción de los vasos sanguíneos cercanos a la piel y de las extremidades; a la vez que el corazón acelera sus latidos, con lo que se asegura un máximo abastecimiento de sangre en los centros nerviosos del cerebro, responsables de las funciones vitales. 


No obstante, el resto del cuerpo comienza a sufrir el déficit circulatorio; los vasos sanguíneos son los primeros en resentir la menor afluencia de sangre, hasta terminar por perder su capacidad de contracción. 


Al cesar paulatinamente la función de los vasos, los diferentes órganos del cuerpo comienzan a manifestar la falta de sangre; alteración que, fatalmente, tarde o temprano, afectará al cerebro y demás órganos del sistema nervioso. 


Es obvio entonces que el mecanismo empleado por el organismo sólo servirá en caso de lesiones leves, pero cuando la situación es grave, el shock ira en aumento, y si no es contrarrestado, conducirá de modo indefectible a la muerte.


Las medidas tendientes a corregir el estado de shock se deben encaminar, en consecuencia, a restablecer la circulación normal de la sangre.


Hay varios factores que favorecen la gravedad del shock. La edad —los niños pequeños y los ancianos son más proclives al shock—, el estado nutricional, el frio y el calor son factores, entre otros, de considerable importancia en la menor o mayor tendencia a presentar dicho cuadro.


Síntomas de un estado de shock:


Los síntomas externos de shock puede apreciarlos una persona sin que haya cursado estudios médicos. El cuadro que muestra la víctima se caracteriza por:


• Sudoración, palidez y frialdad de la piel.
• Dilatación de las pupilas y mirada imprecisa.
• Pulso rápido y débil. Por momentos deja de percibirse.
• Respiración débil e irregular.
• Inquietud, temor y ansiedad, características que tienden a ir desapareciendo a medida que el estado de shock avanza, hasta caer en la inconsciencia.
• Náuseas y vómito.


La intensidad del shock depende de la mayor o menor gravedad de las lesiones o alteraciones que lo hayan provocado. Lesiones que afectan apenas una zona reducida del organismo, pero de bastante profundidad pueden desencadenar shock grave. Si la zona lesionada es amplia y el fenómeno va en aumento, las medidas de primeros auxilios resultan irremediablemente insuficientes. En ocasiones, los síntomas no aparecen de inmediato y sólo se presentan en etapas tardías, cuando la alteración circulatoria ha alcanzado tales dimensiones que hacen imposible la recuperación. Por esta razón, siempre que una persona haya sufrido una lesión grave, como fractura, hemorragia, contusión, asfixia, quemaduras, descarga eléctrica o un dolor agudo, hay que prevenir el shock y efectuar el tratamiento como si éste fuera un hecho.


Tratamiento para un shock:


Mantener al paciente acostado y con los pies ligeramente en alto, con el objetivo de aumentar el flujo de sangre a la cabeza y partes altas del cuerpo. No deben elevarse las extremidades cuando la víctima presenta heridas en la cabeza.


Mantener la temperatura normal del cuerpo. Si la tendencia es a enfriarse, debe abrigarse a la víctima. Si, por el contrario, la temperatura ambiente es alta, no habrá que abrigársele demasiado, pues con ello se aumenta la sudoración y se agrava la pérdida de líquidos, que ya de por si se presentan disminuidos por efecto del shock.
Aliviar el dolor del accidentado. Como la administración de medicamentos por la vía oral resulta contraindicada en estos casos, siempre es necesario en la posición sugerida anteriormente, recurrir a pequeñas modificaciones de postura que tiendan a disminuir el dolor. Muchas veces, tal objetivo se consigue, en cierto grado, con sólo procurar apoyo a las partes lesionadas. La administración de líquidos y analgésicos deberá estar a cargo de un médico, ya que la vía preferente es la intravenosa. Hay que tener siempre presente que el dolor aumenta la gravedad del shock.

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